Titicaca. ¡Qué nombre tan extraño! Recuerdo riéndose estúpidamente ante la mención de ese nombre (suena también como "pipí-caca" en francés) cuando era más joven. Confieso que todavía me hace reír. Pero ¿de dónde viene el nombre? Varias hipótesis, pero parece que se trata de un término en lengua aymara que se refiere a la Roca del Puma en la Isla del Sol, la cuna de la civilización Inca.
Un poco de geografía para los que aman. Lago Titicaca se encuentra en la frontera entre Perú y Bolivia, en esta vasta región denominada Altiplano a 3800 metros de altitud. El lago navegable más alto del mundo es tan grande como tres veces la de Luxemburgo (un país europeo). Se trata de un lago de agua dulce, la mitad alimentado por ríos y la otra mitad alimentado por la lluvia que cae sobre su superficie. El nivel del lago se mantiene constante a través del flujo del río Desaguadero (7,5%), pero también a una evaporación muy importante (92,5%) debido al clima seco de la región.
Desde Cuzco, Henning y yo fuimos a Puno, nuestra última parada en el Perú, a orillas del lago. Nos reunimos Paulo allí (que nos dejó en Lima para unirse a Lisa en Arequipa) y Lisa. No hay mucho que hacer en Puno si es visitar las islas flotantes de los Uros. Los Uros son un pueblo indígena, de origen del lago. Perseguido por los Incas, decidieron huir en mini-islas hechas de cañas. Estas islas se pueden mover como barcazas flotantes. Muy conveniente! Más tarde, se acercaron a la corriente Puno, menos propenso a las sequías.
Luego continuamos nuestro viaje. Cruce de fronteras: nos vamos de Perú. Mientras yo realmente disfrutamos de todas caminatas en los Andes peruanos, encontré los peruanos muy poco amable. No me gusta hacer una generalización de una experiencia de tres semanas sin contacto real en el sitio. Pero el hecho es que me sorprendí al encontrar este rasgo (antipático, sin sonreír, sin humor) con regularidad y en todos los lugares a los que fuimos. A todos los que me han dicho que me encantaría Perú, dime lo que me perdí, por favor!
Por último, nos dirigimos a La Paz. Desde el lago, nos cruzamos el Altiplano, hasta que llegamos a El Alto, en las afueras de La Paz, a 4.100 m de altitud. Y a partir de ahí, de repente se sumergió en el caldero de La Paz, a 500 metros de desnivel más abajo. Encontré allí mi amiga Kati (que se empieza a identificar ahora) para ascenso a los cinco de nosotros el Huayna Potosí (6.088 m), el pico más alto identificable en las imágenes de la Cordillera Real.
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