27 julio 2012

El Estado de Oaxaca

Es un concentrado de México. Tanto costero y montañoso. Una larga historia. Los restos de civilizaciones antiguas. Una cultura indígena muy presente. Ciudades coloniales. Y su rica gastronomía.

Esta vez, son los scouts que fueron los principales organizadores. Una pequeña cadena fue establecida. Gracias a Catherine y Cecile de haber jugado los eslabones centrales, via email. En el lugar son Carlos, Gerardo, Guillermo, Erick, Edgar y Sandra, que nos han recibido. Nos han dado hospedaje, a mi amiga Karine y yo, y descubrir la ciudad y la región.

Obviamente, hemos sido el centro histórico de Oaxaca. Arquitectura típica colonial, casas de colores, iglesias en cada esquina, una pequeña Alliance Française que nos hemos encontrado un poco al azar, el 14 de julio (Día de la Fiesta Nacional en Francia). A continuación, hemos visitado Monte Albán, ciudad zapoteca muy bien conservado, en un promontorio que domina la ciudad de Oaxaca y rodeado de otras montañas. Más información en Wikipedia.

Hemos probado con alegría la cocina local y recorrido los pasillos de los mercados cubiertos. Se venden chapulines (que hemos probado para ustedes, ¡es bueno!), la carne que luego se cuece en el pasillo central, pan, chocolate en todas sus formas (especialidad de la región), jugos de frutas frescas, mezcal (primo cercano de tequila), ropa, utensilios, pequeños kitsch recuerdos y, finalmente, todos los que se puede encontrar en un bazar digno de ese nombre. También hubo la celebración de la Guelaguetza, que pasa cada año la última semana de julio. Fiesta que reúne todo lo que el Estado tiene buena en términos de folklore local: cocina, mezcal, danza, música, artesanías, etc.

Por último, la costa ha demostrado los mismos paisajes que en los Piratas del Caribe. La costa rocosa está cubierta de una densa vegetación tropical. Las casas son chozas cubiertas de palmeras y hamacas en la playa es muy popular. El océano azul es Pacífico en papel y en apariencia, pero tan peligroso. Las corrientes muy poderosas y contradictorias que compiten los últimos metros antes de la playa. Resultado, las olas de más de cinco metros y nos, probrecitos, nos podemos nadar más sobre las rodillas para evitar desaparecer para siempre. Es una lástima, porque la temperatura del agua (y del aire!) exhortó a mucho más!


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